Cazatalentos


No debe perder de vista, Brian, que en los talleres de donde salen los escritores, los maestros enseñan estas cosas que usted me pregunta, o eso pone en los carteles, y no hay por qué no creerlo: cada uno llena la nevera como mejor sabe, y para futbolista -que son los que de verdad follan y ganan dinero- hay que valer, así que no tiene por qué ser mentira el que sí, que esos maestros sepan cómo incitar a la búsqueda de la literatura y, asómbrese, Brian, cómo encontrarla: como si de trufas se tratara; y, si no se encuentran las trufas, o no se sabe cómo buscarlas, o cómo enseñar a husmearlas, entonces les basta a la parte contratada y -sobre todo- a la parte contratante con, qué sé yo, espolvorear nombres de artistas y repetir machaconamente que calzar una palabra cualquiera -por ejemplo, "píxel"- diez veces en el mismo párrafo es casi poesía andaluza, es un crujido estético que te agarra las pelotas hasta hacerte llorar, es arte con el que cargar y disparar una ballesta de repetición, como las que compran en los outlets los eremitas americanos. ¡Pero, Brian! No se preocupe usted, que yo le traeré una de mi siguiente country break a Virginia Occidental; además de que son las mejores, las de la Frontera se han acabado. Internet, ya sabe.
Así y todo yo podría, Brian, claro, pues para eso me pregunta, convencerle de que hay literatura en la enumeración de objetos de las baldas de la librería negra que está a mis espaldas; o en la ausencia pertinaz de cortina o estor de la ventana; o en el conjunto-perfectamente-ordenado-por-dimensiones de revistas que hay sobre la alfombra; o en el montoncito de libros que el trabajo y el azar han dejado en mi mesa; o en mi mesa misma, que es una mesa de pino blanco, de Soria, que Ella empapeló, paciente, de viñetas de tebeos durante un jueves y un viernes santos. Sí, Brian, una mesa de pino blanco, de Soria, que antes de mesa fue tablero, comprado por mi padre y trabajado por mi primo, quién lo transformó como le pedí en lo que es, una mesa de pino blanco, de Soria, que me ha seguido por cinco casas transportada en cinco coches y en la que, sí, hay, hubo, habrá, literatura. Sólo sea por alguno -no todos- de esos libros del montoncito que el trabajo y el azar han dejado en mi mesa de pino blanco, de Soria...
Apunte, Brian: una cosa es una enumeración de objetos, y otra, más seria, el primer libro del montoncito. ¿Lo ha apuntado? ¿Sí? No ponga esa cara, no se apure, no es para tanto. Mañana le invito al fútbol. Y no me cocine más trufas hard discount que me dan gases, se lo suplico.

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