Día de la Independencia



Si me dejo comer por el calor, entonces puedo dejarme comer por el tópico y no sentirme culpable por pensar lo que pienso, por vivir conforme a una constatación que es para mí obvia como la luz del sol. Tan obvia y tan verdadera que temo –superstición celta- que se convierta en mentira y se desmigaje: no sería la primera verdad inmutable que veo convertirse en nada, con mayor o menor dolor de mi corazón.
Así, para mí no acepta discusión alguna: cuánto más viejo me hago y más mundo creo ver; cuánto más conozco y soporto, oigo y escucho; cuanto más todo, cuanto más vivo, más me gustan los estadounidenses. Viva América.


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