Configuración del panel de control




No sé si siquiera como doy con esa palabra, Aran. Bueno, sí lo sé. Estoy pinchando en los paneles de la configuración del blog, sin saber porqué, y la encuentro en una cuenta de correo abierta por el blog y que jamás he chequeado. Surfeo para así no pensar en mis molestias de estómago: la tensión me hincha. Imagino, sí, qué me causa esa tensión, e imagino, también, que tomo té no tanto para aliviar mi pesadez como por acabar, de una vez, con esa caja de Lyons. Y lo mismo es eso. Sí, va a ser eso. Así llego a Aran. A través del té irlandés y no de blog en blog hasta acabar en el panel del mío. Al primer impulso, no sé cuánto tiempo ha pasado desde que estuve allí: tengo que pensarlo y ahora no me apetece. Porque si lo pienso veo a otro yo, seducido por esa isla, a la que recurría como fantasía escapista antes incluso de haberla hollado. Entonces había galácticos, claro. Los siete primeros meses fueron escandalosos. Sí, fue aquel año. Sólo en Aran vi el sol ese verano, el verano en que empezó a dolerme el estómago pero el último verano en que me dolió lo demás. El último verano en que tuve lugar alguno como fantasía escapista, porque en el siguiente, el lugar ya era ella. Sí, todo pasa: no por ser consuelo de simples y -je- escapistas, es menos cierto.
Y ese dormido sobre la arena también era -soy- yo. Un hombre de Aran.

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