What Presence!: Menudos pintas de Glasgow


Cuando Harry Papadopoulos les pedía a los músicos que tocaban en Glasgow que miraran a la cámara y que adornaran con la mejor -o al menos alguna- de sus sonrisas sus caras de haber roto más de un plato, probablemente no sospechaba que sus fotografías iban a revivir en las paredes del Trongate 103 para pasmo de mitómanos, musicólogos y viajeros. La exposición What Presence! The Rock Photography of Harry Papadopoulos me hace afinar mi memoria visual y musical, y me descubre las raíces de la la efervescencia musical de Glasgow, una ciudad repleta de music venues, revistas gratuitas y afiches de conciertos por todas partes. 

Harry fue durante finales de los Setenta y comienzos de los Ochenta fotógrafo de "Sounds", una revista musical repleta de nombres en bold de músicos, bandas y garitos que han pasado a mejor vida, y que yo tan sólo conozco porque en ella colaboró, mucho y bien, Alan Moore. En aquellos no muy maravillosos años en los que Harry Papadopoulos fotografiaba a estos entonces aprendices de leyendas malditas, Glasgow era todo lo post punk que una ciudad haya podido serlo: un inmenso haggis hecho con tatcherismo, turba, astilleros desgarrados y dos equipos de fútbol inmersos desde y para siempre en la guerra santa entre sí y, claro, contra los ingleses: un guiso para estómagos recios cocinado a un fuego lento, muy lento, y rociado con ciento y pico marcas de cerveza y unas gotas de zumo de naranja. No sé de un Irving Welsh que se haya traído a Glasgow a este lado del papel, pero aprecio en lo que valen, que es mucho, las fotos del bueno de Harry: sé distinguir a Bowie, los Orange JuiceAnnie Lenox, Nick Cave, Jimmy Sommerville, el cantante de Erasure que me encuentro constantemente en Deià... Todos ellos, los que yo reconozco y los que no, están en deuda con Harry: fue el fotógrafo que mejor les supo retratar cuando Glasgow lo era todo en la música indie, y quien les daba cama y desayuno cuando giraban por Londres y no tenían dónde dormir. Harry Papadopoulos fue un habitante de la cara B de la industria de la música, arrinconado en el olvido durante muchos años: a esta exposición seguirá la apertura de una fundación para preservar su legado -más de 10.000 negativos que son pura historia de la música escocesa y de Glasgow- y que pondrá en el lugar que merece el trabajo y el talento de un hombre que, desde hace unos años, vive atado a la cama, aquejado de un aneurisma cerebral. Le agradezco a Harry que estuviera allí entonces, pelándose de frío en backstages y puertas de salida de salas, aguantando caprichos e ínfulas, y le doy toda la razón: ¡Menudas pintas!  


What Presence! The Rock Photography of Harry Papadopoulos. Street Level Photoworks. Trongate 103, Glasgow. Hasta el 25 de febrero.

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